Un festejo flamenco-taurino el celebrado anoche en el que destacó, por encima de los demás, la faena del novillero cañameriego Mario Palacios, que a pesar del mal animal que le tocó en suerte, demostró que tiene un gran futuro en el difícil mundo del toreo.
Cante y arena, toros y estrellas, en un noche de fiesta a las faldas de la ermita del Consuelo en la que los aficionados a la fiesta y el cante esquivaron el sofocante calor de las tardes de la dehesa y disfrutaron de un festival al amparo del sereno nocturno que lo hizo más llevadero.
María Romero estuvo allí. (smarphone, iphone/ipad CLIC AQUÍ)

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