Este verano se han cumplido 120 años desde que Roso de Luna descubrió el cometa que lleva su nombre.

Mario Roso de Luna era así, le gustaban las cosas antiguas pero también las modernas», comenta Esteban Cortijo, presidente del Ateneo de Cáceres y albacea cultural del sabio de Logrosán, al preguntarle por una curiosa foto de Roso de Luna, en la que le están implantando pelo, nada más y nada menos que en 1910. Entonces el sabio tenía 38 años y el implante no tuvo mucho éxito, porque en las fotografías posteriores aparece ya calvo.

Este verano se han cumplido 120 años desde que Roso de Luna descubrió, a simple vista, un cometa en la constelación del Auriga, que le valió ser nombrado Caballero de Isabel la Católica, tras salir victorioso de la discusión entre un astrónomo norteamericano y otro francés sobre quién lo había visto primero.

El erudito logrosano que murió en 1931, con 59 años, diciendo: «¡Ningún hombre es indispensable! No me lloréis», fue descrito por el escritor Ramón J. Sender en su novela ‘El verdugo afable’ (1952) como un teósofo que hablaba ex cátedra todos los días en el Ateneo de Madrid «a un grupo de adictos», accionando con la mano izquierda en la que tenía una tenacita de plata y en ella un cigarrillo turco, «era un hombre pequeño, sonrosado, con cabellera blanca (…) había descubierto una estrella que llevaba su nombre y publicado muchos libros sobre metapsíquica, no pocos de los cuales estaban traducidos a varios idiomas».

Ramón J. Sender contó que Roso y Valle-Inclán eran muy amigos, y el cráneo privilegiado que siempre estaba agobiado por alimentar a sus hijos, viendo lo difícil que era mantenerlos con lo que escribía le pidió al sabio, al que también llamaban ‘el mago rojo de Logrosán‘, que le dijera dónde había un tesoro escondido. Le comentó que sabía de uno y ya no le dejó en paz. Se puede leer en ‘El verdugo afable’ que Valle-Inclán le preguntó muy gravemente si había gnomos custodiando el tesoro.

«Sí – dijo Roso de Luna -. Hay siete gnomos».

«Debí figurármelo. Siete. ¿Y los gnomos se muestran propicios?»

«Hasta ahora, sí, don Ramón. Pero hay que esperar».

 «no quiero la opulencia, amigo Mario, – le decía a Roso de Luna -, sino un decoroso bienestar. Ayúdeme a localizar uno de esos tesoros». Según relata Sender, el sabio de Logrosán al final no le dio paradero de tesoro alguno, ya que aseguró haber tenido una revelación de que iba a hacer mal uso del oro. «Roso de Luna – escribió Ramón J. Sender – insistió en que no podía poner en manos de Valle-Inclán una fortuna sabiendo que iba a hacer de ella un uso irregular. El mago, gordo, pequeño, sonrosado, con la punta del cigarrillo turco iluminando a cada inhalación la tenacita de plata, con los ojos pequeños y brillantes, parecía una especie de superintendente secreto y universal de los gnomos».

Valle-Inclán, que vivió con estrecheces, murió el 5 de enero de 1936 a los 69 años como él quiso, tras negarse a recibir auxilio religioso, «no quiero a mi lado ni cura discreto, ni fraile humilde, ni jesuita sabiondo». El Gobierno del Frente Popular concedió una pensión a su viuda para cuidar a sus cinco hijos. Entonces María, la mayor, tenía 28 años, Carlos 19, Mariquiña 17, Jaime 14 y Ana 12.

Quizá algún día el investigador Esteban Cortijo halle entre los numerosos documentos que dejó Roso de Luna, uno en el que indique el lugar exacto del tesoro que negó a Valle-Inclán. Seguro que muchos iremos a por él… aunque esté guardado por siete gnomos.

De SERGIO LORENZO en el diario Hoy (ir)

3 comentarios to “Este verano se han cumplido 120 años desde que Roso de Luna descubrió el cometa que lleva su nombre.”

  1. Avatar de Bonifacio Cano Fernández

    Te felicito mi querido amigo Sergio Lorenzo mpor el reportaje que has sacado de Mario Roso de Luna Esteban Cortijo director del Ateneo de Caceres también esta muy puesto en la historia de éste hombre un saludo afectuoso de tu amigo y compañero Boni

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  2. Avatar de Desconocido

    Y se han gastado 18.000 euros en toros y lolailo, que pena!

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