EL TINTERO DE MARÍA. Recordatorio

M. CALZADA CABANILLAS. Queridos paisanos y amigos, querer a Logrosán es fácil, vivir lejos muy difícil, de ahí que los reencuentros sean tan intensos…, cada lugar, cada olor, se hace mágico.

Soy Logrosana, de las Villuercas, Extremeña por los cuatro costados, llevo a mi tierra en las venas, en el corazón y en el alma.

Hoy, que por primera vez me dirijo a vosotros, querría hacerlo, recordando a un Logrosano de pura cepa, recto y cabal como pocos, el hombre con la mirada azul más limpia que mis ojos han contemplado. A través de ellos podía ver un mundo diferente, lleno de ilusión y de alegría, el hombre al que más he amado en toda mi vida: Adolfo Francisco Cabanilllas, mi abuelo.

En mis artículos saldrá, sin lugar a dudas, pero hoy voy a centrarme en tres momentos, de gran intensidad, donde el AMOR, es el elemento común.

Tendría yo, unos ocho años, reconozco, que he sido y soy besucona hasta cansar. Entraba en su casa, antes que en la mía…..él me recibía con los brazos abiertos, corría hacia él y le llenaba de besos, todos correspondidos.

En un momento determinado, me dijo: se acabó, ya no tengo más hechos. Ante mi insistencia, se volvió, hizo una cosa rara con los brazos y se dio la  vuelta, tomó mi cara entre sus manos y me dio el más dulce y hermoso de los besos…le pedí otro más…y me contestó: “Lo siento, tengo que volver a hacerlos”; me quedé con los ojos muy abiertos y pregunté: “Abuelo, ¿cómo se hacen los besos?”, se acercó hacia mí, cogió mis manos y mirándome a los ojos, me contestó: “EL BESO ERES TÚ”.

Me casé un catorce de Julio de 1984, durante la ceremonia, cosa que pude comprobar en las fotos, era el único que se mantuvo en pie todo momento, con sus brazos cruzaditos, cerca de mí, nunca me dijo el por qué, pero yo lo imaginé, era la forma que tenía y de que yo supiera que estaba a mi lado…..

Después de la boda y el convite, el baile…como no podía ser de otra manera. El vals lo abrimos mi marido y yo, él se levantó de la mesa y mirándole a los ojos, vi su cara de felicidad y alegría tocando palmas al son de la música. Llegó el pasodoble, no me lo pensé dos veces, acudí a su mesa y con una seña le indiqué que ese era nuestro, se levantó como un “resilete”. En sus brazos me sentía una Reina, nadie existía a nuestro alrededor, en la danza volé tan alto, que fue posible tocar el cielo y saborear la gloria. Al minuto, me miró a los ojos y me dijo con su eterna sonrisa: “no puedo más hija”. De mis ojos se escaparon dos lágrimas, que él enjugó con sendos besos. Nos abrazamos, el pasodoble siguió. Pegada a él, sentía su corazón acelerado, que poco a poco se fue calmando, y ahí, nuestros corazones, juntos, bailaron la más tierna melodía jamás escrita: la del AMOR.

El día cuatro de Febrero de 1989, mi abuelo falleció.

Sólo nos separaba un cristal, frío. Sentada en una silla, como en una oración, fui recordando todo lo vivido juntos, él inerte, no clavaba su mirada azul en la mía, no dormía y yo lo sabía. En un momento de arrebato, abrí la puerta que nos separaba y llené de besos su cara, UN BESO, BESANDO A OTRO BESO, y una lágrima cayó en sus manos. Él la recogió y convertida en perla, se la llevó a la Eternidad. Salí tranquila, con la sensación de que su corazón seguía conmigo…ahí está, y estará siempre

Te fuiste rodeado de toda tu familia, tus cinco hijos y tus dieciséis nietos.

No pude despedirle en Logrosán, donde yace su cuerpo y nuestros recuerdos de una vida juntos, pero me queda el consuelo, de que te enterraron mirando al cerro de San Cristóbal, próximo a cubrirse de jara, nuestra flor.

María Calzada.

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4 comentarios to “EL TINTERO DE MARÍA. Recordatorio”

  1. Excelente, extraordinario, tierno, hermoso y, como todo lo que escribes, pleno de amor y de pasión.
    Un relato con el que revives para tus lectores ese amor que nunca se fue para ti.
    Te lo aseguro, tus raíces y la pasión que le pones a todo aquello que haces te harán brotar renuevos con ilusión a través de tus entrañables relatos, y verás colmadas todas tus aspiraciones.
    Un fuerte abrazo.
    Jesús Alejo Guarde.
    Dos de noviembre de dos mil diecisiete.

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  2. El abuelo, ese otro padre de recambio, más viejo, más dulce, al que llorar penas, contar amores, pedir pesetas y consejos. Magníficos recuerdos.

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  3. Excelente artículo y vivencia protagonizados por una logrosana fuera de su tierra, pero demostrando su gran arraigo y pertenencia a este lugar que no olvida a pesar del tiempo transcurrido.

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