Aquí estoy con mi ignorancia de tantas cosas, con mi mediocridad de costumbre, intentando adaptarme a estos tiempos que van tan aprisa que no consigo seguirles el rastro, tratando de entender mis conflictos internos a fin de poder evitarlos, deseando saber algo más, procurando llegar a conclusiones, con mi curiosidad exacerbada, diaria, la que me salva de la monotonía, y con mis pequeñas idioteces, sobrellevando la dureza temporal de la vida, con mi meditada y sincera estupidez, queriendo esbozar una sonrisa, porque a los estúpidos no se nos cuestiona que somos felices, ya que eso es lo que se les supone, casi siempre; a los idiotas, a los ignorantes, a los inocentes.
Aquí estoy con mi desconfianza casi permanente, como tantas otras veces, con las espaldas repletas de dudas, aprendidas, intentando ser, o parecer inocente de lo que ocurre, de lo que sucede alrededor, con mi superficialidad, mi ensimismamiento, mi egoísmo, con mi individualismo, juzgándome, con mi interminable soliloquio sobre todo lo que sucede o no sucede, bebiendo de muchas fuentes, aprendiendo a superarme y fracasando otras tantas a fin de salvar mi ignorancia de tantas cosas, con las manos temblorosas, llenas de miedos a que sucedan cosas que ya sucedieron, de las que aprendí, pero que no quisiera se vuelvan a repetir, sin saber cómo continuar o tan siquiera si regresar, volver a lo que fui, a mi desconocimiento y mis inmensas ganas de saber algo más que me obligaron a marchar con aquella supuesta felicidad que ahora me hace regresar aquí, a este precipicio permanente de mí mismo, anhelando que alguien me haga desistir de esta insoportable sensación de ahogamiento, de destrucción, de impotencia, de cobardía por no ser capaz a lanzarme al abismo, sin saber si eso aliviaría el gran sufrimiento que supone el silencio, tu silencio, mi silencio, o si debo tener el valor de seguir sufriendo, o acercarme a ti.
Inocente, si, aquí estoy intentando parecer inocente de lo que ocurre a mi alrededor, pero no lo soy, soy culpable de todo lo que sucede, a pesar de tener la sensación de que son otros… soy responsable; a ciencia cierta; incierta, ciega o tuerta.
Encontrar el equilibrio entre el deseo de conseguir los objetivos personales, el de entregarse a los demás, y a causas más universales, ahí está el reto más importante que he tenido que afrontar, vencer, superar, y en ocasiones admitir que no soy capaz.
El amor, el cariño, el respeto, la familia, la amistad, la lealtad, son conceptos en constante evolución de acuerdo a las circunstancias personales propias y ajenas, que de vez en cuando pongo en duda para sentir que están vivas, normalmente son fuente de seguridad, pero otras tantas de angustia
Aquí estoy, cuestionándome, intentando atreverme, aprendiendo a aceptarme, a respetarme, desenmascarándome, perdonándome, esperando a que sucedas, a que te atrevas, queriendo no herirte, que no me hieras, porque has sido mi respuesta, intentado no hacerme preguntas sobre por qué no respondes, negándome a hacer interpretaciones que me pueden llevar a equívocos, aprendiendo a dejar ir a aquellas personas a las que quiero y aprecio, si así lo han decidido, no dándome ningún otro valor más que mi propia tranquilidad de conciencia, la que me adjudico a mi mismo para poder soportarme, en paz, de corazón.
Aquí estoy con mi única experiencia de lo vivido, pensando que solo me salva un egoísta interés por todo aquello que se mueve, que crea, el arte mayormente, los intentos de ir tachando poco a poco mis pequeñas estupideces, y es que me cuestiono tantas cosas para las que no encuentro explicación que no soy capaz de llegar a conclusiones, con mis imprecisiones, con mi incapacidad, de tal manera que no sé si debiera marchar o quedarme, me resulta complicado e incluso un atrevimiento al que no estoy dispuesto; asegurar nada a ciencia cierta.
Madrid, 20 de noviembre de 2019
Pedro Moreno Parrina
Debe estar conectado para enviar un comentario.