El crimen de los curas de Logrosán, el 9 de julio de 1916, fue un escándalo mayúsculo para la iglesia y la sociedad de la época.
En la iglesia de la villa de Logrosán, después de celebrar el Rosario con exposición de la Eucaristía, el párroco D. José Bermejo Galindo procuró quedarse a solas en la sacristía con el coadjutor D.Eugenio López Cerezo. Conseguido ello,enviando al monaguillo al estanco a comprar tabaco y al sacristán a llevarle la custodia a la casa rectoral, sacó una browning y la disparó varias veces sobre el coadjutor, el cual, al sentirse dos veces herido de gravedad en el vientre, quiso huir despavorido. Alarmadas por las detonaciones,acudieron varias personas, pero el enfurecido párroco, decidido a saciar antiguos rencores, les amenazó con la pistola y cuando les impidió intervenir,repitió los disparos sobre el desgraciado coadjutor, que horrorizado, imploraba piedad, y lo mató. El sacrílego párroco se suicidó después con el mismo arma».
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