Tal día como hoy hace 104 años en Logrosán

El crimen de los curas de Logrosán, el 9 de julio de 1916, fue un escándalo mayúsculo para la iglesia y la sociedad de la época.

En la iglesia de la villa de Logrosán, después de celebrar el Rosario con exposición de la Eucaristía, el párroco D. José Bermejo Galindo procuró quedarse a solas en la sacristía con el coadjutor D.Eugenio López Cerezo. Conseguido ello,enviando al monaguillo al estanco a comprar tabaco y al sacristán a llevarle la custodia a la casa rectoral, sacó una browning y la disparó varias veces sobre el coadjutor, el cual, al sentirse dos veces herido de gravedad en el vientre, quiso huir despavorido. Alarmadas por las detonaciones,acudieron varias personas, pero el enfurecido párroco, decidido a saciar antiguos rencores, les amenazó con la pistola y cuando les impidió intervenir,repitió los disparos sobre el desgraciado coadjutor, que horrorizado, imploraba piedad, y lo mató. El sacrílego párroco se suicidó después con el mismo arma».

La noticia estaba acompañada con las fotos de los dos curas y de la iglesia en la que sucedió.
El cura asesino, José Bermejo Galindo era un hombre nacido en Robledollano (a 47 kilómetros de Trujillo), que en 1908 llegó a Logrosán como párroco, teniendo después como ayudante al cura Eugenio López Cerezo, que era natural de Logrosán. Empezaron a llevarse mal porque, según periódicos de la época, Galindo quería hacer una cooperativa o sindicato de trabajadores del campo, y su ayudante y su familia de terratenientes se lo impedían.

Se odiaban tanto, que dos años antes del crimen,en 1914 los dos curas se pegaron en plena procesión del Corpus. Galindo pidió al obispo de Plasencia, a Ángel Regueras López, que mandara a su ayudante a otra parroquia; pero no le hizo caso.

El párroco no aguantaba más a su ayudante, y la tarde del domingo 9 de julio de 1916 decidió matarle. Cuando se quedó a solas con él en la sacristía, sacó de su sotana una pistola pequeña y le disparó dos veces en el vientre. Malherido se fue arrastrando hasta la nave de la Iglesia, y allí Galindo le remató de tres disparos en la cabeza, sin poder impedirlo los vecinos que llegaron asustados,ya que el párroco les dijo que les mataría si se metían. Una vez que ejecutó a su contrario, se pegó un tiro en la sien; pero con tan mala suerte para él, que no murió en el acto. Estuvo agonizando al menos 12 horas. Cuando a las siete dela mañana del lunes entraron en la iglesia el juez y la Guardia Civil, encontraron a los dos curas muertos, uno al lado del otro, sobre un gran charco de sangre. En la sotana del asesino encontraron una carta en la que decía que su víctima era un ser mezquino y ruin, culpando al obispo Regueras, que unos días después tuvo que acudir a consagrar el templo que había sido profanado. En 1924 Regueras pasaría a ser obispo de Salamanca.
Sergio Lorenzo. DIARIO HOY

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