Ni la anterior alcaldesa popular ni el actual edil socialista han cumplido con lo que la Ley de Memoria Histórica regula sobre los símbolos franquistas.
Ya lo denunciamos en LAD en 2015, aunque de nada sirvió. Se trata del último vestigio de ensalzamiento del fascismo que queda en Logrosán, pero se resiste a desaparecer con la complacencia de nuestros políticos independientemente de su color.
Los mandatarios municipales parecen preferir mirar para otro lado que cumplir con el citado precepto que en materia de simbología franquista dice: los «escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura» deberán ser retiradas de los edificios y espacios públicos. La retirada «no será de aplicación cuando […] concurran razones artísticas, arquitectónicas, o artístico-religiosas protegidas por la ley», lo cual podrá aplicarse a iglesias y templos de culto», que no es el caso.
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