Sirva como ejemplo de que en los tiempos que corren por el solar patrio, es posible unirnos a pesar de nuestras diferencias con el mismo objetivo: hacer de España un país donde vivir dignamente, sintiendo el orgullo de pertenecer a un pueblo tan antiguo que su origen se pierden las brumas de la historia.
Libia, 27 de mayo de 1942. Rommel, jefe del AfrikaKorps alemán y de las fuerzas expedicionarias italianas, inicia su segunda ofensiva, con un ataque frontal a la línea Norte-Sur a la línea británica, que se estira desde Gazala hasta BirHakein. Por el sur lanzará a sus mejores divisiones para tratar de envolver y rebasar la línea británica. Si lo logra, Tobruk (ciudad costera y enclave estratégico) caerá, y con ella, el canal de Suez, su objetivo final.
La posición clave es BirHakeim, un antiguo fortín turco, defendido por la 1ª Brigada Francesa Libre (opuesta al gobierno títere de Petaín) y un batallón de voluntarios judíos .En total, unos 4.500 hombres, que han de enfrentarse a cuatro divisiones acorazadas. Al mando se encuentra el General francés Pierre Koenig.
Formando parte de estas fuerzas, se encuentran el 2º y 3º batallón de la 13 semibrigada de la Legión Extranjera. Estos batallones están compuestos por franceses, belgas, alemanes, austriacos y unos mil españoles republicanos que se han alistado, para proseguir la lucha por unos ideales que fueron derrotados en nuestra guerra civil.
Estos hombres se enfrentarán a la 15ª División Panzer, la 90ª División Ligera “África”, 132ª División acorazada “Ariete” y la 101ª División mecanizada “Trieste”. Las posibilidades de resistir son pocas. Los hombres lo saben, pero están dispuestos a vender cara la derrota. La posición, situada en un desértico llano, es blanco fácil para las bombas y las balas de los Stukas alemanes, que les realizan una “visita” tras otra.
Los hombres esperan con los nervios en las tripas. Sudorosos, aferrando los dedos a las armas. Sedientos, bajo un sol de justicia, los sirvientes de los cañones anti-carro, otean el horizonte esperando a los tanques enemigos. La tensa espera se rompe con el ruido estremecedor de los disparos de artillería. Al poco, la tierra tiembla bajo el peso de los blindados, que se lanzan a un ataque frontal contra la posición.
El primer ataque, lo encomendó Rommel a la División Trieste y Ariete. Los carros de la Ariete, pese a las minas y a la férrea reacción de los defensores, consiguen introducirse en la posición. Todo parece perdido. La línea ha sido rebasada. Pero entonces, se escuchan gritos en español: ¡Como en Madrid! ¡Como en Madrid! Un legionario español llamado Artola, que ha sido rebasado por los carros enemigos, con el rostro ennegrecido y medio asfixiado por el humo, da la vuelta a su cañón de 60 mm, y, disparando a cota cero, destruye los tanques de cabeza y a cola. Esto desorienta a los tanguistas, desatando el entusiasmo de los legionarios quienes, abandonando sus posiciones, pasan (sin pensarlo dos veces) al ataque personal con botellas de gasolina y bombas de mano. Treinta y dos carros calcinados, quedan sobre el terreno. La historia conocerá este hecho como “el recital español”.
“De repente”, dice el general de la Bollardière, «por encima de aquella barahúnda artillera, se empezaron a oír gritos en español, mientras los tanques italianos iban y venían, aplastando todo lo que les salía al paso y ametrallando a mansalva. Parece que los estoy oyendo: «¡¡Cómo en Madrid, camaradas!! ¡¡A por ellos!!» Las botellas de gasolina (cocteles molotov) saltaban por todos lados: aquello fue una especie de fuegos artificiales totalmente desconocidos para nosotros, si bien es cierto que los legionarios los habían practicado ya en Noruega, pero en escala mucho más reducida, que no tenía nada que ver con lo de Bir-Hakeim».
La posición continúa aguantando varios días. Rommel se desespera. A las 10 de la mañana del día 2 de Junio, se acerca al BirHakeim un blindado italiano enarbolando bandera blanca. Trae un ultimátum del General Rommel, sabedor de que están sin agua y casi sin municiones. El General Koenig dice a su enlace, el español Carrillo:»Vamos a decirles que se vayan a la mierda, pero se lo diremos finamente».
Días más tarde, el 11 de Junio, la posición es evacuada ya que la defensa es insostenible. Muchos hombres caen prisioneros. Hitler ordena a Rommel que fusile a los franceses y españoles. Este se niega.
Quizás recordó el incidente de Noruega,cuando un oficial francés mandó a un legionario español que rematase a un alemán malherido, tras haber ocupado al arma blanca la famosa Cota 220:
– ¡Hala, dale fuerte y véngate de lo que os hicieron en España!
Entonces, el español se enfrentó, como loco, con el oficial, gritándole:
– Pero ¿usted qué se ha creído que somos los españoles? ¿Unos asesinos?
Si hoy en día visitan ustedes el cementerio francés de Libia, comprobaran que cientos de nombres escritos en las tumbas, son netamente españoles. Españoles que lucharon dignamente, como hombres, por sus ideas. Hombres que enaltecieron a España, fuesen del bando que fuesen. Y si leen la historia oficial francesa e inglesa de la batalla, comprobaran que apenas se mencionan los fabulosos hechos de armas de nuestros compatriotas.
Y por supuesto, aquí, en nuestra tierra, ya nadie se acuerda de aquellos hombres.
Como siempre, despreciando a nuestros propios hijos…
Sirva como recuerdo a Adolfo Suarez, recientemente fallecido. Sirva como ejemplo de que en los tiempos que corren por el solar patrio, es posible unirnos a pesar de nuestras diferencias con el mismo objetivo: hacer de España un país donde vivir dignamente, sintiendo el orgullo de pertenecer a un pueblo tan antiguo que su origen se pierden las brumas de la historia.