EL TINTERO DE MARÍA. Mi padre y yo

Querido padre: Vine al mundo en la época de la siega, recién iniciado el verano.

Entonces tu venías del campo una noche sí y otra no, justo en la que no estabas, una nubecita calentita de algodón, el  útero de mi madre, me puso en vuestro lecho. A la mañana siguiente, tía Mercedes, tu hermana, al encontrarte te dijo:  «Cándido, ya tienes quién te lave las camisas.»
Una niña, “tu niña”, según tus palabras: la más bonita del mundo, fruto del amor  tuyo y de mi madre. Cuatro quilos y medio de peso…criada ya, decía la gente, con los ojos abiertos, sin perder detalle de nada , mirando a todos los sitios. Por expreso deseo tuyo fui bautizada con el nombre de María… “ tu Mari”.
Me llevé cinco meses llorando, no te dejaba dormir, hasta que descubrieron que tenía una otitis de caballo. Te quedabas dormido encima de los árboles, no sé cómo no te mataste.

Qué bonitos eran los anocheceres, sentados los dos en el umbral de nuestra casa, con “ mis maninas” en el regazo, mirándote ensimismada escuchando tus historias. Me cogías en brazos, me levantabas hacia el cielo y nuestras risas se confundían con el canto de los grillos en las noches calurosas del verano, en tus ojos se reflejaba la noche estrellada más hermosa, la del cielo de Logrosán.

Me montabas a caballo cuando venías del campo y juntos íbamos a llevarlo a la cuadra, hay veces que me dices cómo puedo acordarme de eso, pues sí, al igual que de un perro color canela que se llamaba Cuqui.

¿ Y los días de trilla? , recuerdo perfectamente estar subida en el trillo contigo…qué días tan hermosos y felices.

Me llevabas a todas partes, agarradita de la mano, los domingos al cine Capitol, unas veces con mi cucurucho de patatas fritas, de tostaos o de cacahuetes… yo me sentaba a tu lado toda orgullosa.

Qué mala era para comer, me llevabas a los mejores médicos, particulares, como tu decías… ¿tu obsesión? : que me miraran por Rayos X… me veían los huesos… sí… pero lo que yo era es “ una galga merendera”

En los días de verano, ¿te acuerdas de nuestras siestas? , yo perfectamente , echados encima de una manta marrón ( que todavía tenéis en el pueblo), en el suelo de “ la salina” se estaba más fresquito, aunque lo que a mí me gustaba era tenerte junto a mí.

Me hiciste una “ escobita de año” preciosa, con la que barría la puerta con mamá.

Tanto a mí como a mis hermanos se nos educó teniendo claro el principio de autoridad, pero en nuestra casa, los cinturones se utilizaban para que no se cayesen los pantalones, jamás para amenazar a un hijo. Recuerdo un guantazo tuyo…solo uno, merecido…no me volviste a tocar, con solo mirarte sabía lo que tenía que hacer.

Nunca fui una niña caprichosa ni consentida, se me crio con un amor infinito…pero…. pillé una gripe un año que me tuvo todas las vacaciones de Navidad en la cama, un día, con toda la paciencia del mundo , me estabas dando una sopa de fideos, yo en la cama y tú al lado: venga hija una cucharadita, yo, sin abrir la boca… y en un momento te dije: si me compras una muñeca me lo como, en tu cara se reflejó una inmensa pena, y de tus ojos empezaron a caer lágrimas silenciosas, saladas , que escocían…dejaste el plato en la mesilla y te marchaste. Jamás me perdonaré hacerte llorar, espero que tú me lo hayas perdonado, no sé por qué lo hice, yo no era así.

Mamá o tú me bajábais un vaso de leche con colacao, yo os decía: dejarlo en la mesilla, ya me lo iré bebiendo… ¡qué contento te ponías cuando lo veías vacío!..ya…ya , derechito al pote que tenía mamá con flores en la sala, éste se llenó y se picó…de allí empezó a salir un líquido marrón…descubierta la hazaña…jamás volvieron a fiarse de mí.

Con tres hijos, viendo que el campo no levantaba la casa, empezaste a trabajar para una empresa alemana en ese país, veintiséis años de emigrante. La pena de la ausencia llenó nuestra casa, verte marchar fue lo más duro de mi pubertad, adolescencia y juventud.

Los primeros años venías para Navidad, un mes, siempre llegabas la noche de Sta Lucía, el día de las luminarias, contigo volvía la luz. Después empezaste a venir dos veces al año, la otra por el verano.

Llegabas con la ilusión en la maletas, carente de ropa, pero llena de regalos…sobre todo de chocolate. Cerrabas la maleta con llave para ir dosificando tan ricos manjares, pero tu hija no podía esperar, hacía palanca en un lateral, metía la mano y lo que pillaba ,al estómago.

Recuerdo especialmente varios regalos que me trajiste: unas botas blancas, muy a la moda francesa…( anda que no presumí yo de ellas, no las había igual), una cazadora de cuero naranja…en mi vida había visto una cosa más hermosa , un traje pantalón de punto, el pantalón beige clarito y el jersey de color marrón, largo y con cinturón, ya de jovencita me trajiste otra cazadora, ésta de cuero marrón y piel…preciosa.

Me contabas que cuando ibas a comprarlo y mamá te daba las medidas, no se creían los alemanes que una española tuviera esa talla, oye pues yo, para la época, era más larga que un día sin pan.

Pero lo que recuerdo a la perfección , con todo detalle, fue una muñeca muy grande que me trajiste: vestido de época , con su polisón…en color rojo y ribetes dorados, sombrero con cinta y flores y zapatos de tacón…Dios mío lo que disfruté con ella, me daba miedo cogerla y estropearla.Tuviste que comprar una maleta especial para ella.

De todos los años que estuviste allí, guardo hermosas postales y preciosos poemas , que me mandabas con todo el amor del mundo.

Por Navidad recogíamos las aceitunas  de los olivos que tenías en el cerro de S. Cristobal y en “jinjal”, sólo las necesarias para tener aceite para todo el año. Nos dabas a mis hermanos y a mí, un recipiente acorde a nuestra edad, según los que llenábamos nos dabas “ unas perrinas”, y así sacábamos para el cine. Un recuerdo muy especial para mi prima Merche, que cuando estaba en el pueblo siempre venía con nosotros. Un día montados los cuatro en el caballo, mi padre a pie, había helado, el animal resbaló y acabamos la mitad en el cuello y los otros con los pies en el suelo.

¿ Te acuerdas papi?, nada más llegar nos entraba el hambre…a la hora de comer cogías unas varitas de olivo, las afilabas y con ellas nos tostabas el pan y asabas el chorizo en las brasas…el queso…los higos secos, sabía todo a gloria. Al llegar a casa…después de dejar las aceitunas en la almazara…a ver la programación especial de Navidad, Rin tin tin , Furia, Los Bonanza, todos al calor del brasero y con el deber cumplido…con la paga en el bolsillo claro.

Las despedidas eran tremendas, cuando se iba acercando el día, recuerdo las caras más tristes, te llevabas las maletas ya vacías, llenas de productos de la tierra, cosas que allí no tenías…al llegar, un año , nos llamaste, te lo habían quitado todo en la frontera y tirado a un contenedor, no te dejaron ni para cenar.

Mis hijos conservan aún una locomotora de vapor y un coche de bomberos que con toda ilusión trajiste para ellos.

Recuerdo cuando me casé, eras la viva estampa de la felicidad, se casaba “ tu niña”…lo has dicho muchas veces, fue uno de los días más felices de tu vida, en esa boda…la cartera se abrió y nadie se fue pagando una copa… eras el PADRINO.

La llegada de tus nietos los momentos más felices, de los ocho que tienes , algunos los conociste meses después de haber nacido…

Nosotros estábamos con mamá, en España, nunca quisiste que saliéramos de nuestro país, que perdiéramos nuestras raíces, pero tu estuviste solo, sin nuestros besos y abrazos…me lo cuentas muchas veces pero no puedo imaginar tu sufrimiento.

Levantaste tu casa, se compró un piso en Madrid, y nos diste una educación y una formación a los tres, solamente por esto, para ti, mereció la pena. De igual modo la entrada de divisas a España hizo que nuestro País se engrandeciera.

Ya tienes ochenta y siete años, para ochenta y ocho…fuiste siempre el roble, fuerte, al que nunca parecía poder pasarle nada, pero el tiempo pasa factura y a ti te la está pasando ahora, malos momentos que hay que asumir, por muy difícil que sea…hasta hace nada te recorrías Madrid en una mañana…pero la madre naturaleza te manda ir un poco más despacito…

Querido padre, tus catarros son mis neumonías …no quiero ni que te roce el aire

Cuando entra “ tu niña, tu hija, tu Mari “ en casa , se acaban las penas, cambias de cara y de humor. Te coloco el cuello de la camisa, te ayudo con los zapatos, a ponerte la cazadora…te canto, te bailo, te beso hasta hartarte, te abrazo hasta dejarte sin aliento. Tu pregunta a mamá:  ¿Cuándo viene la Mari?.

Yo soy tu voz, con la que expreso tus sentimientos, porque los reconozco todos, soy tu bastón en la debilidad, tu sol en los días oscuros, la que te arropa cuando te acuestas y vuelve a llenarte de besos hasta que te saco la sonrisa, el alimento de tu alma. Al igual que yo, mis hermanos, siempre pendientes de todo lo que necesites.

Hoy quiero que sepas que tú lo eres todo para mí, jamás podré devolverte todo el amor que me has dado. De mi lado no te irás sin mi permiso, soy físicamente como tú y de carácter como mamá, pero he sacado una cosa tuya: la cabezonería…y lo que yo digo se hace.

Todavía me sigues cuidando, me acarreas de todo cuando voy a tu casa, nuestro hogar. Te quiero padre, muchísimo…

Bendita la nube de verano que me llevó a tus brazos y benditas las manos que me cuidaron y me guiaron haciéndome una mujer íntegra, una persona honesta, que da la cara y se enfrenta a la adversidad, alguien que juega con una sola baraja: la del amor y la verdad, jugar con dos es cosa de tramposos y mentirosos.

TU HIJA…TU MARI.

Madrid 3 de Noviembre del 2018.

M.C.

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3 comentarios to “EL TINTERO DE MARÍA. Mi padre y yo”

  1. María, gracias por tu ejemplo. Sigue así Es una maravillosa forma de hacer Patria.
    Tienes ya material suficiente para publicar «El tintero de María» (Tomo I)? Apúntame a un ejemplar firmado de la primera edición.
    Diego Gálvez

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  2. es un relato muy emotivo,,quizás en parte y sin que tu lo sepas,algo de esta historia ,compartieron mis hermanos,en Alemania,pues allí se vean con tu padre,,Es una suerte poder recibir una educación ,y compresión dado la época que se vivía
    Pues no todos los padres,sin por ello ser malos padres,pudieron o entendieron,que justo el cinturon era para abrocharse los pantalones,,,yo al menos en ese tema no puedo quejarme,mi padre también fue ejemplar,,,,te felicito por el relato,,

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    • Muchas gracias Emilio, si es un relato que tenía que hacer, pero me costaba. Hoy lo hago haciendo honor a quién me dio la vida.
      Si, tuvimos suerte…nos pudieron dar una buena formación…pero lo más importante fue el amor.
      Me alegro , que al igual que yo, tuvieras un buen padre.
      Gracias por tus palabras y mi más sincero agradecimiento por seguir mis relatos.

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